domingo, 14 de agosto de 2011

Los seiscientos cuarenta y seis.



Fueron solo 154 de esos casi 800 que pudieron canalizar esa nueva idea. Los recursos no habían sido los óptimos, pero solo en esas condiciones parece que ellos querían que sucediera.
El único árbol que estuvo presente en el momento del fenómeno, tuvo mucho que ver con las consecuencias de la idea y fue por eso que le decían “el 155”.
Todos en ese momento estaban más que lejos de tener las ganas de crear algo, excepto los 154, ellos solo fluían entre incertidumbres y desafíos convencidos de mirar más allá.
Esa actitud los llevo a coincidencias que hizo que de a poco fuesen disfrutando de lo mismo. Fue la última coincidencia los que los junto por siempre, el 155.
Todos lo vieron a la vez, el 155 fue el primer indicio de unión manifestado en un nivel visual, los 154 se sorprendieron, fue como que de golpe entendían porque estaban todos ahí. El 155 solo los observaba.
Fue la primera vez que 100 humanos 50 hadas, 4 aliens y un árbol se encontraban para hablar de algo que ninguno sabía la finalidad, pero sabían que de algo se hablaría.
Todos llegaron al árbol, cada uno con su actitud individual, pero conciente de lo grupal, el 155 tenia indicios de líder, aunque fue el primero que lloró, los primeros que reaccionaron fueron los humanos, quienes le preguntaron la razón de sus llantos, pero este solo lloraba.Ante la desesperación de los humanos, fueron las hadas las que acotaron a la situación, dando una propuesta y un fin. Como siempre lo hacían, antes de influir, las hadas, se ponían más brillantes, lo que hizo inquietar a los humanos, los que los llevo a hacer mas preguntas.
La situación, más allá de la obviedad de orden que se sabía que permanecería, era un bullicio mental, de preguntas, brillos y llantos.
Los humanos analizaban, mientras que las hadas brillaban en formaciones alrededor de ellos, el 155 los miraba y el verde le chorreaba, las alineaciones de las hadas producían distintas sombras que eran las que seguían los hombres, como parámetro, para poder comunicarse entre ellos. El método de comunicación canalizado por las sombras y brillos de las hadas, estaba siendo totalmente efectivo en la fluidez mental de cada humano, todo era una danza.
En un momento pico de tensiones todos a la vez sintieron como el árbol había dejado de llorar, fue cuando todos miraron de vuelta al 155, y sobre éste, trepados, estaban los 4 aliens con sus sonrisas.
Los hombres aquietaron sus pensamientos hasta el punto máximo de neutralidad, las hadas no brillan nunca antes las sonrisas, prefieren disfrutar, los engranajes de la situación habían frenado, y nuevos elementos llegaban a aportar.
La aparición de los 4 sonrientes dejaba todo lo anterior como un prologo, sus aires daban esperanzas de que alguien entienda lo que pasaba en ese torbellino de energías.
Las sonrisas seguían observantes y ya nadie estaba expectante, solo trataban de fluir en el fenómeno.
El 155 se durmió, luego lo siguieron todos los demas. Y todos despertaron, a causa de 4 carcajadas, en un nuevo lugar.

Diego Pelaia.

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